Cecilia Goldemberg, explica que se trata de un tributo altamente distorsivo, cuyo efecto cascada encarece cada etapa de la cadena de valor y desalienta la actividad económica.
Reproducimos a continuación la nota completa publicada por El Economista.
Todo comenzó con un anuncio. Mercado Libre informó que, «para transparentar el impacto de los impuestos de cada provincia, se aplicarán cargos diferenciados que hasta hoy eran iguales en todo el país».
Entre las jurisdicciones en las que se incrementarán los valores se encuentra Santa Fe. Y alcanzó la mención para que desde la gobernación salieran a cuestionar a la plataforma de venta más importante de Latinoamérica.
Pablo Olivares, ministro de Economía santafesino, desmintió que haya existido un aumento en las alícuotas al tiempo que apuntó contra la firma de Marcos Galperín por no controlar adecuadamente a quiénes entrega sus dispositivos point (que sirven para realizar cobros).
Además, reavivó una vieja disputa entre Mercado Pago y Maximiliano Pullaro, quien catalogó de especulador a la fintech de Mercado Libre, luego de que la empresa reclamara públicamente la eliminación de Ingresos Brutos.
En aquel entonces, el gobernador santafesino había afirmado que la provincia no le cobraba más a la empresa, sino que buscaba fortalecer su sistema productivo en lugar del financiero y remarcó: «Nosotros queremos que la plata la pongan para producir».
Así, lo que pareció un simple mensaje terminó destapando la olla de algo más grande, que se cocinaba por lo bajo, y que finalmente se viralizó con fuerza y abrió una nueva grieta con Ingresos Brutos en el ojo de la tormenta.
El impuesto «injusto»
Ingresos Brutos es un gravamen que alcanza a los ingresos generados por particulares o empresas provenientes de actividades comerciales, industriales, agrícolas, financieras o profesionales. Dicho más simple: casi todo tiene que pagar el impuesto.
Por eso, la percepción que tiene el público en general es negativa. Una reciente encuesta realizada por Taquion Group asegura que 7 de cada 10 contribuyentes están en desacuerdo con que los gobernadores cobren el impuesto.
Incluso, van un paso más allá: el 52% de los encuestados (el trabajo abarcó a casi 2.000 personas en todo el país) considera «injusto» que se cobre solo por facturar, sin importar si hubo o no ganancias.
Sin embargo, no todo es tan simple.
Una maraña de alícuotas
Cecilia Goldemberg recordó a El Economista que cada jurisdicción (las 23 provincias y la Ciudad de Buenos Aires) ha dictado un Código Fiscal con la normativa de los tributos que rigen en cada jurisdicción (Ingresos Brutos, Inmobiliario, Sellos, Patentes, etc.) y que anualmente dicta la Ley Tarifaria en la que se contemplan alícuotas muy variadas para el Impuesto sobre los Ingresos Brutos según las actividades y situaciones puntuales.
«Por ejemplo, en la provincia de Santa Fe, la alícuota general es del 5%, que se reduce al 4,5% para las MiPyME y se aplica sobre el monto de ventas neto de descuentos», indicó la socia de Andersen Argentina.
En tanto, la Asociación de Bancos Argentinos (ADEBA) difundió a través del Banco Central (BCRA) información actualizada sobre el impuesto que grava a las entidades financieras en las diferentes provincias del país.

Como se puede observar, existe una disparidad de tasas y algunas particularidades (por ejemplo, no todas las provincias gravan los títulos públicos ni los intereses por créditos hipotecarios).
En lo alto de la lista se encuentra La Pampa, con 9,1%, seguido por Buenos Aires, Catamarca, Córdoba, Chubut, Entre Ríos, La Rioja, Neuquén, Río Negro, Santa Fe, Tierra del Fuego y Tucumán (9%). En el lado opuesto, se encuentran Santiago del Estero, Corrientes y Formosa.
Un dato al que hay que prestarle atención es que solo las provincias de San Luis y Santiago del Estero mantienen el spread como base de cálculo (que era el generalizado hasta que la CABA cambió el criterio en 2003 y luego fue adoptada por casi todas las jurisdicciones).
Según ADEBA, el nuevo criterio (que establece el total del haber de las cuentas de resultado como base, sin admitir ningún tipo de deducción) implicó un incremento muy significativo en la alícuotas del gravamen.
No obstante, la disparidad no es exclusiva del sector financiero.
En este sentido, Gustavo Carreño, titular de Carreño, Scalone & Asociados, comentó que «las alícuotas más altas están, en general, en las actividades de intermediación y en las financieras».
Así, si una empresa o cuentapropista realiza más de una actividad en una jurisdicción, deberá prestar atención a los valores que se fijan año a año en la Ley Tarifaria. Pero hay más.
La liquidación del impuesto se hace más compleja cuando un mismo contribuyente opera en más de una provincia, ya que obliga a estar atento al valor de las alícuotas que se aplican en cada jurisdicción para su actividad específica.
Por eso, Goldemberg sostuvo que «es necesario prestar mucha atención a cada legislación para saber qué alícuota aplicar para la misma actividad que se desarrolla en distintas jurisdicciones».
Asimismo, explicó que los contribuyentes que realizan una actividad en varias jurisdicciones deben realizar un cálculo todos los años, acerca de la incidencia de su actividad en cada jurisdicción teniendo en cuenta dos parámetros (gastos e ingresos en cada lugar), conforme determina el Convenio Multilateral que es una ley aprobada por todas las jurisdicciones.
Un efecto muy negativo
Lo que verdaderamente convierte a Ingresos Brutos en un impuesto «indeseable» y distorsivo es el efecto cascada y acumulativo que se genera, según Goldemberg, debido a que «cada operación de venta, en cada etapa de la cadena de producción – distribución, está sujeta al gravamen».
Y aportó un ejemplo muy esclarecedor. Una industria que fabrica un bien puede estar alcanzada a una alícuota del 1%. Si le vende a un mayorista, debe pagar el impuesto y lo mismo sucederá cuando éste se lo venda a un minorista que aplicará la alícuota del 3 o 5% -por ejemplo- y éste, a su vez tributará con la misma intensidad cuando vende a un consumidor final.
Ahí es donde, tal como explicó Goldemberg a El Economista, «se genera un efecto en cascada y acumulativo del gravamen, que es sumamente distorsivo».
«Según cómo se organice esa cadena de valor, es distinto el peso del impuesto. Si la industria vende directamente al consumidor final va a tributar un 3 o 5 por ciento sobre el precio final», ejemplificó.
«En cambio, sí está organizado en forma descentralizada, esto perjudica e impacta en el valor del producto final afectando la demanda o le quita rentabilidad a la empresa impactando en su competitividad en el mercado interno o para exportar, por ejemplo», añadió y remató: «De cualquier modo, es un impuesto que desalienta la actividad económica».
El efecto acumulativo en Ingresos Brutos está siempre, según Carreño, aunque no es fácil definir las alícuotas reales. Por ejemplo, una empresa tiene sus proveedores, paga alquileres, tiene comisiones bancarias y cada uno de estos paga el impuesto y lo traslada siempre que puede.
«Es una rueda que no tiene inicio ni fin; aún en el sector primario», aclaró Carreño y explicó que «hasta el productor de campo paga un alquiler, productos y servicios (como la luz, el combustible o un contador) y por lo general el impuesto de esos proveedores se traslada al costo que paga el productor».
Este efecto acumulativo hace tambalear la visión que hace una distinción entre «producción» versus «especulación», dado que, si bien es casi imposible calcular una alícuota real, parece claro que una cadena descentralizada termina generando un ingreso muy alto en concepto de Ingresos Brutos.
Eso sin considerar que la actividad financiera, incluso, puede generar un mayor costo para la producción, porque «en definitiva -como dijo Carreño-, son proveedores de la economía real y, por ende, pueden terminar afectando también a la producción».
a grieta, lejos de cerrarse, quedó más abierta que nunca. Ahora es turno de los gobernadores de definir si aceptan la crítica y la convierten en una baja de impuestos razonable o, por el contrario, redoblan la apuesta y mantienen (o suben) las alícuotas.
Si tenés alguna duda sobre este tema, no dudes en ponerte en contacto:
Cecilia Goldemberg
Managing Partner
cecilia.goldemberg@ar.Andersen.com